Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente, conserva 126 torres, reflejo del esplendor comercial que alcanzó su cénit a lo largo del siglo XVIII. Urbe abierta y opulenta, sus intercambios con las Indias hicieron de estas construcciones un vistoso estandarte que reflejaba su bonanza. Herederas de la arquitectura civil islámica, cumplían un doble objetivo de lugar de recreo y observación.
Casa de las Cinco Torres, en la Plaza de España. Estas torres-miradores forman un vistoso conjunto urbanístico: pertenecen a cinco edificios adyacentes, aunque su similitud y la restauración exterior de los mismos pudiera hacer pensar que forman parte de un único edificio. Son de ese tipo de torres llamado de garita, tal vez el más extendido en la ciudad el comerciante subía hasta ella y, ayudándose de un potente telescopio, observaba los movimientos en el mar a través de unos pequeños agujeros realizados en la cupulilla. Estas cinco tienen planta cuadrada, excepto la situada haciendo esquina, que es poligonal, y están construidas en madera y zinc.
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